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lunes, 18 de marzo de 2013

BAÚL DE KUKUSHKA: EL PADRE, PILAR BÁSICO PARA EL NIÑO


CUENTA KUKUSHKA :


Esta entrada pretende ser un punto de inflexión, un comienzo, unas palabras de ánimo y una felicitación para los padres, cada uno sabrá que parte le corresponde.
He leído mucho sobre la paternidad preparando esta entrada, con ocasión al día del padre, comenzando etnográficamente desde los orígenes de la paternidad y su evolución hasta llegar a la paternidad comprometida actual.

A modo de resumen, se podría  decir que, continuamente y obligatoriamente, la figura del padre ha ido modificándose con los tiempo y las necesidades. Nunca ha estado fija la figura de la paternidad, por tanto, y tal como estamos actualmente en desacuerdo hombres y mujeres con lo que hay en el mundo; no nos gusta lo que existe actualmente en el mundo. Lo demuestran tantas manifestaciones, quejas, problemas, preocupaciones y malestares varios y tantas ganas de cambio, ¿por qué no comenzar por algo importante, que está en nuestras manos que si podemos cambiar y continuar evolucionando como se ha hecho a lo largo de la historia con el tema de la paternidad?.

Verdaderamente tenemos mucho avanzado en estudios, descubrimientos y trayectoria a nivel sociológico, psicológico, neurológico, biológico, etc. al respecto. Ya no es un tema nuevo , tenemos mucho con lo que comprobar y contrastar, no son meros estudios con poca muestra y contrastación, si no que son estudios con grandes avances científicos y sociales  a niveles de investigación y demostración.

Por tanto no podemos negar lo evidente, la necesidad del padre presente en la crianza de los hijos, ya no corresponde basarse en: "Bueno, como antes se hacía así y no ha salido mal del todo, para que pensar en cambiarlo". Esta frase es ya arcaica, como muchas de las costumbres que se quieren apoyar en ella, y además esconde mucho  miedo, un miedo terrible para ocultar que sabemos que las cosas fallan y hay que cambiarlas, pero no queremos complicarnos la vida.
“Valiente no es aquel que no teme. Valiente es quien teme y se atreve.”
¿Por qué hablo aquí del miedo?
El miedo es lo contrario del amor y no el odio, como se suele creer. 

“El miedo es la otra cara del amor”
"Nunca he conocido un miedo tan atroz hasta que he tenido un hijo", escucho decir muy a menudo y yo lo confirmo con mi propia experiencia.
La maternidad y la paternidad dan miedo, efectivamente, y mucho.

Como escribí en otra entrada, el miedo es una reacción natural frente a una situación que desconocemos, a lo nuevo, al cambio. El miedo también es la afirmación más clara de nuestra humanidad.
Y eso lo aprendemos desde pequeños cuando damos nuestros primeros pasos.
Para aprender a caminar, uno tiene que tropezarse, golpearse, levantarse, caerse varias veces, levantarse y otra vez volver a caer; pero sobre todo vencer el miedo. Vencer el círculo de temores que antecede a la primera caída y salir de la zona de confort.

Hay que identificar lo que es real y lo que es el miedo, hay que diferenciar ente lo que somos y lo que es externo.
Para continuar hacia delante, poder caminar, crecer, avanzar y mejorar hay que superar el miedo, aceptarlo tal y cómo es, y avanzar con él.
Porque el miedo siempre paraliza. El amor activa.

¿Cómo reconocer o identificar al miedo?, ¿Cómo reconocerlo para poder actuar sobre él?.

Únicamente siente miedo quién no es el miedo.

¿Qué somos pues, si no somos miedo?
La otra cara de la emoción.
Amor. Amor asustado, sí. Pero amor, al fin y al cabo.
No deberíamos olvidarlo.
Entonces, si no somos miedo y somos amor, ¿qué hay más ventajoso y qué ofrezca mayor bienestar, que seguir a nuestra esencia, a nuestro bienestar, fluir y estar en armonía?. 

Esto es un buen punto de partida para enfrentar los temores ante la paternidad, pues según el día a día que observo y según las estadísticas oficiales: En muy poca medida y en un porcentaje mínimo existen padres que están comprometidos con la paternidad

Y es una lástima, pues como decía antes; la implicación del padre, su compromiso y responsabilidad desde la concepción del bebe es un pilar básico tanto para el niño como para la madre. 

Las actuales familias se están desarrollando en un contexto social y económico que obliga a superar el antiguo modelo, en las que el padre apenas participaba en la crianza y educación de los hijos y trabajaba fuera de casa a lo largo de todo el día, donde la madre se vinculaba con los niños integralmente y se dedicaba a mantener el hogar desde dentro.

Tal y como comentaba en la entrada “Mujer, nos hemos engañado” la mujer se ha encaminado hacia el trabajo fuera del hogar y en el hogar, lo que representa un reto para mantener el bienestar de la crianza y cuidados de lo hijos y de ellas mismas. En un sistema creado en el que el papel de la maternidad no tiene un espacio predominante y hasta es rechazado.

Pienso, por tanto, que en esta situación en la que estamos activamente implicadas socialmente las mujeres, en las que el rol de la madre se ha ampliado a otros campos en los que se relega el seguimiento y acompañamiento de los hijos desde bebes, para poder asumirlo, el hombre debe implicarse y colaborar equitativamente con la madre con calidad, para el bienestar físico, emocional, educacional y "espiritual" de todos los integrantes de la familia y que esto no afecte negativamente a los hijos, pues ellos son el futuro y nuestra continuación. 

Los hombres están capacitados para compartir la crianza. Lo más acertado tras la decisión de tener un hijo,  no es trabajar para pagar:  “madres sustitutas”, “espacios sustitutivos del hogar”, que los abuelos hagan de padres y madres, etc. (Tema del que hablaré en otra entrada en relación a países tan comprometidos y avanzados como Finlandia).

En este escenario, el informe "Infanciay Futuro. Nuevas realidades, Nuevos retos"*-2  elaborado por la Obra Social de la Fundación la Caixa en el año 2010. Realiza una clasificación de la paternidad (bastante curiosa) según el grado de implicación de los padres en la educación y relación con los hijos.

Según este informe, en la actualidad un 43, 9% de los hogares con niños de 5 a 10 años presenta una paternidad responsable ("padre desea compartir" lo que no significa que lo haga), seguidos del 19,8% que tienen padres adaptativos y en tercer lugar un 12,8% que todavía mantienen el modelo tradicional de paternidad. En último lugar estan la paternidad no comprometida (6,5%) como la intensa (6,7%). Tal y como se puede comprobar tanto la paternidad no comprometida como la más válida en la actualidad,que es la intensa están en el mínimo porcentaje e igualadas. ¿Este es el cambio social que estamos pidiendo?. ¿Esto representa una mejora de nuestro bienestar?. Obviamente la respuesta es No y este es un aspecto básico por el que empezar. ¿Por qué si un 43,9% desea la equidad, no lo realiza?.


Dicho informe destaca tres aspectos del desarrollo de un niño que se ven claramente favorecidos si se da en la familia una mayor implicación del padre: la salud, las competencias socio-emocionales y el rendimiento escolar. Existen más ventajas gracias a la implicación y la equidad de padres y madres en el desarrollo integral de la familia, aún así creo que destacar una mejora social, emocional, de salud y de rendimiento intelectual, es suficientemente expositivo.

   Clasificación de Modelos de paternidad según el informe:


  • La paternidad intensa es la de aquel padre que está dedicado de pleno al cuidado de los hijos, igual o mejor que la madre.
  • La paternidad responsable es aquella en la que el padre desea compartir equitativamente con la madre cuidados y responsabilidades de los hijos.
  • En la paternidad adaptativa o complementaria, el padre rechaza el modelo tradicional y apoya desde el exterior a la madre en todo cuanto pide, pero entiende que los hombres no pueden reemplazar el papel preeminente de la madre en la relación con los hijos.
  • La paternidad predispuesta sería aquella en la que, a juicio de la madre, el padre está muy implicado pero no pasa tiempo suficiente con sus hijos por causas ajenas a su voluntad.
  • En la paternidad tradicional se incluyen todos los casos de poca o nula implicación del padre y mucha de la madre.
  • Y, por último, la paternidad no comprometida representa aquella en que tanto la madre como el padre dedican poco esfuerzo y tiempo.

Tal vez, tras hacer un recorrido a lo largo de esta entrada sobre la paternidad; el miedo, el amor, estudios del tema, datos estadísticos, informes y resultados tangibles.
Los hombres que lo lean, podrían seguir cuestionando y poner en entredicho varios aspectos.

Para salir de este círculo en el que nos meteríamos si esto fuera una conversación, si el miedo se produce a lo desconocido y desconocido para muchos es saber lo que una mujer como madre, quiere y necesita de un padre, ahí va la respuesta más apoyada por muchas mujeres, según aparece en el artículo del Dr. Pedro Barreda.  :
“Padres , ¿Como los quieren las madres?. Quieren un hombre dulce,      comprensivo, cariñoso, que se implique en el embarazo y asista al parto y, sobre todo, que comparta por igual con su mujer la atención, cuidados y educación de los hijos”.

Es lo más sensato, amoroso y respetuoso; tanto para la madre, el padre y los hijos, consensuar previamente a la decisión de tener un hijo, y una vez tomada la decisón, comprometerse plena y conscientemente con ella.  





DEL BAÚL SALEN:








Un artículo breve e importante para disipar miedos












                




nota: cuando se hace referencia a hombre, es referido al sexo hombre y según la teoría de género: masculino.





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